domingo, 15 de enero de 2012

Testimonio sobre Terapia Visual



Mi nombre es Mª Carmen Fernández, trabajo en la enseñanza, tengo 53 años, soy miope con 2 dioptrías y constantemente tengo que ver a corta, media y larga distancia
Las molestias visuales comencé a percibirlas en el verano de 2009 con 51 años. Me daba cuenta que para hacer algunas actividades a corta y media distancia como comer, leer, ver la pantalla del ordenador,  etc.,  las gafas me molestaban demasiado y  prescindía de ellas.

En septiembre, cuando comenzó de nuevo el curso escolar, las molestias se agudizaron. No veía bien a ninguna distancia, cuando leía o trabajaba con el ordenador era un suplicio, los ojos se irritaban, no podía centrar la vista,  terminaba el día con dolor de cabeza, con los párpados incluso inflamados, y teniendo la sensación de que mis ojos eran cuerpos extraños, ya no veía bien ni de lejos.

Decidí ir al oftalmólogo para que me hicieran una revisión y comprobar la graduación de lejos y de cerca.
El oftalmólogo me dijo que la graduación era la correcta, que veía bien de lejos y de cerca, pero que esas molestias desaparecerían con gafas progresivas para no tener que estar constantemente quitando y poniendo gafas. No obstante me modificó algo en la graduación.

En la óptica, después de revisarme la visión, me recomendaron que fuera a otro oftalmólogo para ver qué diagnóstico me daba, ya que con ninguna graduación era del todo óptima mi visión (veía, pero mi sensación era no ver de forma nítida).

El diagnóstico de la última visita al oftalmólogo fue que veía lo adecuado y que el problema que tenía era que los músculos del ojo, con la edad, se debilitan y el enfoque no lo hacen de forma adecuada, por eso tenía las molestias. Al preguntarle la forma de resolver el problema, me respondió que no tenía solución, que me tendría que acostumbrar.

Después de este último diagnóstico, en la óptica accedieron a hacerme las gafas progresivas. Yo estaba ilusionada pensando que el problema desaparecería, que vería de lejos y de cerca sin necesidad de quitar y poner gafas. Pero no fue así,  iba de mal en peor. Ni de lejos ni de cerca veía bien, ni con el ojo derecho ni con el izquierdo. Algunas veces veía bien con el derecho y otras veces con el izquierdo. De cerca y media distancia no podía centrar la vista, era imposible, si veía bien con el derecho, el izquierdo se nublaba y al contrario. Era una alternancia de visión que me tenía loca. No sabía que hacer. Aguantaba y aguantaba la situación para ver si me acostumbraba, ya que en la óptica me decían que tenía que probar, que a muchas personas les costaba tiempo adaptarse a las gafas progresivas.
 Así estuve unos 6 meses en los que me cambiaron los cristales de las gafas progresivas tres veces.

Después de todos los intentos y de la constancia de mantener las gafas aún con todas las molestias que me producían, decidí no sufrir más, y me pusieron de nuevo los cristales para ver de lejos, por lo menos, el ir por la calle no sería un suplicio como lo era hasta entonces viendo en alternancia con cada uno de los ojos.

Cuando llegaba al trabajo me quitaba las gafas, pero me di cuenta que no veía tampoco de cerca, no podía enfocar y me producían las mismas molestias. Terminaba el día con los ojos como si fueran dos órganos extraños a mí, ¡si me los hubiera podido quitar para descansar lo hubiera hecho!.
Estaba desesperada.  Pensé en hacerme una gafas “bifocales”, pensando que de esta forma se solucionaría el problema al no tener tantos puntos de enfoque.

Cuando llegué a la nueva óptica ( Federopticos Trinidad ) con mi propuesta me dijeron que el problema no se solucionaba de esa forma, y a partir de este momento fue cuando empecé a pensar que mis molestias podían tener solución. Conocí a Ana Conchillo, y ante todo, sentí alivio y confianza cuando al contarle lo que me pasaba me entendía, e iba adelantando alguno de los síntomas que tenía, cosa que hasta ese momento nadie lo había hecho. Me hizo una revisión y me dijo que podía tener solución si me sometía a una terapia conductual de la vista. Yo encantada de intentarlo y por parte de ella lo mismo, me transmitió seguridad, confianza y ánimo para empezar a trabajar.  Me hicieron de nuevo otras gafas progresivas y empezamos con la terapia.

Al poco tiempo de empezar a hacer los ejercicios me daba cuenta que iba mejorando, que estaba más cómoda con las gafas progresivas, y que podía hacer con la vista cosas que antes era incapaz de hacerlas. Todas las semanas me revisaba los avances y me animaba a seguir con los ejercicios, yo misma notaba la mejoría. Constantemente, comparaba la nueva forma de ver las cosas, era como descubrir que podía enfocar y aparecían nuevos planos en el espacio.

De esta forma, después de ¿7-8 meses?, me dio el alta habiendo mejorado en todos mis síntomas.

En la actualidad, después de un año de haberme dado el alta, he ido de nuevo a la revisión por molestias de acomodación en el enfoque  pensando que de nuevo tenía el mismo problema. Al examinar mi visión, ha comprobado que no sólo me he mantenido, sino que incluso he seguido mejorando. El  problema actual era que las gafas se habían torcido y los puntos de enfoque no coincidían.

Por lo tanto, animo a todas las personas que tengan algún tipo de problema de adaptación visual a ponerse en manos de expertos en terapia visual, que no piensen que su problema no tiene solución y que no se den por vencidos con lo que les digan los oftalmólogos, que lo intenten, que por simple lógica mi problema, como tantos otros tienen solución. He tenido la suerte de dar con la persona apropiada, trabajadora incansable que está convencida e ilusionada con su trabajo, factor muy importante, puesto que transmite el afán de superación y el ánimo para dedicarle día a día una porción de tiempo a la terapia, que algunas veces cuesta porque hay que esforzarse en los ejercicios, pero que compensa con los resultados que se obtienen al final.

¡Gracias Ana, porque ME HAS ENSEÑADO y HE APRENDIDO A VER!.

2 comentarios:

  1. Hola, Igual que vuestra paciente Mª Carmen Fernández, también tengo el caso de mi hija como paciente con la terapia visual consiguió mejorar su visión, habilidades visuales, movimiento, ... y también tuvimos la suerte de dar con la persona apropiada, que estaba convencida e ilusionada con su trabajo. Finalizado el tratamiento me decidí a abrir un blog en donde estoy contando paso a paso el avance y mejoría mostrando las herramientas que utilizábamos, al que he llamado OPTOMETRÍA DOMÉSTICA mtsetoledo.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu aportación y tomarte el tiempo en difundirlo porque, creeme, es muy necesario.
    La semana pasada me llamó una chica de Madrid que se había identificado con el testimonio de Mª Carmen y estaba desesperada.Todos los síntomas coincidían con los suyos y gracias a su testimonio había encontrado un poco de luz en su angustiosa situación .
    Debemos dar a conocer tanto los profesionales como los pacientes los beneficios de la Terapia Visual.
    Un saludo y buen trabajo!!!

    ResponderEliminar